El trato

El trato como vínculo terapéutico

El trato, endulzado por diferentes corrientes terapéuticas como vínculo o adherencia terapéutica, es uno de los factores fundamentales que todo profesional de la salud debe considerar. Carl Rogers, en su terapia centrada en el cliente, postula que el terapeuta debe disponer de tres actitudes relacionales básicas: la autenticidad, la escucha o la empatía y la aceptación incondicional. Estas actitudes forman parte del componente humano, alejadas de técnicas específicas, programas, formación y experiencia personal de cada terapeuta; Son actitudes que, sin duda, resultan fundamentales para que nuestros pacientes se sientan comprendidos y escuchados.

Nuestro objetivo como terapeutas es facilitar una relación con el paciente en la que se sienta aceptado y comprendido, para lo cual es necesario entender sus vivencias. En este sentido, considero que son necesarias dos disposiciones más: la humildad y, sobre todo, el respeto. En ciertas ocasiones debemos olvidar lo aprendido para aprender de nuestro paciente, solo así podremos subsanar su sufrimiento y padecer. En otras ocasiones, el anhelo por sanarle, nuestra ceguera de diagnóstico, o incluso nuestras propias resistencias y debilidades personales, nos llevan a olvidar lo fundamental en cualquier terapia, el trato.

El trato con el paciente significa respeto por su identidad, sus síntomas y sus circunstancias, como personas únicas e incomparables.  Para ello necesitamos acércanos a su experiencia subjetiva mediante la escucha y el diálogo desde la prudencia. Resultará fundamental pues no precipitarnos en diagnósticos precoces, así como en la aplicación de técnicas que permitan paliar los síntomas y, en este sentido, debemos aprender a respetar la solicitud de la persona para aliviar su sufrimiento. Como me dijo una paciente, “No necesito a alguien que me cure mis síntomas, si no a alguien que me entienda y que escuche lo que me pasa”. Para conocer el diagnóstico del paciente debemos empezar el tratamiento desde fuera de los síntomas debido a que muchas indicaciones terapéuticas actuales están inducidas previamente por el diagnóstico y no por las necesidades concretas del paciente.

Es importante, independientemente de la evaluación o de la guía de tratamiento que usemos para abordar los diferentes problemas, dotar al paciente de estrategias y mecanismos para que pueda desarrollar su personalidad al margen de la problemática subyacente. Esto sucede proporcionando un trato adecuado, siempre fomentando su independencia y respetando su voluntad, aunque nuestra moral o la de la sociedad difiera de la suya. Pasa por entender igualmente cómo es el sujeto, qué mecanismos utiliza para relacionarse en la sociedad, o cómo es su manera de tratar con sus iguales.

Debemos tener presente que no todo es curable, no todo es tratable, ni diagnosticable. No debemos calificar lo diferente como patológico. Conviene no olvidar que independientemente de la experiencia y el conocimiento adquirido, nunca será mayor que el del propio paciente y, en consecuencia, tendremos que someternos a su propio conocimiento para intentar ayudarle. Consiguiendo un trato adecuado aspiramos a saber qué le pasa al paciente y porque le pasa; de esta forma elaborar la mejor estrategia o, al menos, la más adecuada para ayudarle a solucionar el problema. Durante mi formación en el centro donde realice las prácticas universitarias un paciente me confesó: “Me quitan las ganas de matarme, pero también las ganas de vivir”, a raíz de que su único tratamiento era farmacológico y no recibía ningún tipo de apoyo psicológico ni social.

La relación terapeuta-paciente se basa en una teoría que nos sirve de guía, permitiéndonos sustentar nuestro trabajo en unos conocimientos empíricos para que nuestra figura no sea la de meros consejeros, confidentes, o que nos conduzca a posturas más paternalistas que profesionales. La teoría son las bases donde nos apoyamos para poder brindar a nuestro paciente la mejor comprensión y entendimiento de su sufrimiento. Es por ello que tenemos que sustentarnos en una teoría organizada e identificada, de otro modo estaremos ofreciendo a nuestros pacientes una ayuda fuera del ámbito profesional.

Necesitamos intuición, experiencia profesional, aptitudes emocionales para lograr un trato adecuado. Mediante la teoría podremos explicar y dar sentido a los hechos, pero nunca la podremos considerar de manera absoluta. Resulta imprescindible individualizar, puesto que cada persona es única e inigualable y, en ocasiones, para poder comprender y entender su situación tendremos que alejarnos de la teoría aplicada, ya que el paciente puede no ajustarse a ella. No obstante, adquirir una formación y actuar conforme a una teoría es la mejor forma de mostrar a nuestro paciente el respeto que se merece, aunque en diferentes ocasiones sea necesario cuestionar su idoneidad. Solamente con autocrítica y sospecha estaremos dotándola de rigor, garantía y formalidad. La teoría es un instrumento para aprender de nuestro paciente, nunca un fin.

Con esta humilde opinión no pretendo dictar sentencia sobre la forma que se debe practicar la psicología, psiquiatría u otra ciencia de la salud. Hay muchas formas, muchas teorías y muchos modelos que seguramente sean eficaces en nuestro complejo mundo. Lo que sí considero que debe de ser un denominador común en todos nosotros es el trato que recibe la persona que se pone en contacto con nosotros: como he dicho, un trato basado en el respeto, en la experiencia subjetiva y la humildad. Un trato fundamentado en la persona. A veces es suficiente con escuchar, comprender y acompañarla en su camino personal.

La ciencia moderna aún no ha producido un medicamento tranquilizador tan eficaz como lo son unas pocas palabras bondadosas

Sigmund Freud

Artículo escrito por Eduardo Pérez

En el centro de psicología en Madrid trabajamos un equipo de psicólogas y psicólogos entusiastas de nuestra profesión, con años de experiencia, un alto nivel de especialización y una amplia formación contrastada. Queremos ofrecer respuestas y herramientas a las personas para facilitar su pronta recuperación y así poder mejorar su bienestar y su calidad de vida en general.

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