Cuéntame un cuento

//Cuéntame un cuento
cuentos en terapia

“Erase una vez…” un sitio cálido, hermoso, en el que la tranquilidad casi parecía poder respirarse. No había ruidos molestos, solo el suave sonido de algunos pájaros. La luz entraba cuidadosamente dando una bonita sensación de amplitud…

¿Cómo se siente uno leyendo esto? ¿Has percibido como un halo de relajación parecía apoderarse de ti? Quizás seas de los que piensan que no han conseguido notar nada, pero ¿qué te pasa cuando ves una peli de miedo? Probablemente sientas terror, angustia si es una catástrofe, te hará reír si es una comedia…

Y es que las películas son un gran ejemplo de cómo nos influyen las historias, de cómo nos hacen sentir y de cómo nos pueden llegar a cambiar.

Las historias tienen muchas formas de aparecer en nuestra vida, posiblemente las primeras sean los cuentos que escuchamos de nuestros padres; con ellas aprendemos desde pequeños, entre otras cosas, lo que está bien y lo que está mal. Pero esto ha sido así desde siempre.

Ya los primitivos habitantes de las cavernas nos han dejado muestras de aquellas primeras historias. En algunas cuevas ya existían pinturas en las que sólo a través de una antorcha se podía encontrar sentido, ya que con esa luz los dibujos parecían adquirir movimiento. Ya entonces las historias eran útiles para explicar a los pequeños cazadores como establecer un buen plan para cazar un mamut, pues era necesaria la coordinación del grupo para la supervivencia de la especie. Podemos decir que el ser humano tiene una gran predisposición a las historias.

Y este artículo habla de cómo algo tan cercano a nosotros como son los cuentos, puede convertirse en una potente herramienta de la mano de un buen terapeuta.

Investigaciones científicas han destacado que las palabras sueltas simplemente activan la parte cerebral en la que se decodifica el lenguaje; sin embargo, las buenas historias son capaces de activar las zonas que intervienen en la propia historia. Es decir, si describiéramos muy bien un color llegaría a activarse la parte sensorial relacionada con el propio color, si habláramos de una acción se activaría el área motora… por tanto, si yo describiera en detalle la acción de correr, en nuestro cerebro se reflejaría como que estoy corriendo aunque estuviera totalmente quieto.

Como nos comenta en un post Inma Jiménez “Esto significa que una buena historia nos hace vivirla, sentirla y recordarla en nuestro cerebro, además de identificarnos con ella en algunos casos. Una buena historia hace que el que la lee o el que la escucha se sienta identificado con ella porque ambos elementos se intercomunican de alguna forma, interviniendo, por supuesto, el elemento emocional”.

Entonces, llegados a este punto, ¿cómo pueden ayudarnos los cuentos en terapia?

Encontramos una potente herramienta en el uso de las metáforas. La importancia del lenguaje metafórico radica en su capacidad para burlar la inteligencia consciente y altamente estructurada que es la que, al final, mantiene el problema. El psicoterapeuta Jeffrey Zeig apunta que la utilización de este tipo de lenguaje tiene las siguientes ventajas:

Las historias no implican una amenaza para el sistema de creencias del individuo.

Captan el interés del oyente.

Fomentan la independencia del individuo, quien al tener que conferir sentido al mensaje, extrae sus propias conclusiones o emprende acciones por propia iniciativa.

Pueden ser utilizadas para eludir la natural resistencia al cambio.

Pueden emplearse a fin de controlar la relación entablada con el sujeto.

Ofrecen un modelo de flexibilidad.

Pueden crear confusión y así promover en el sujeto una buena respuesta hipnótica.

Imprimen su huella en la memoria, haciendo que la idea expuesta sea más rememorable.

Afectan a la dimensión físico-corporal del individuo.

El psicólogo David Antón, a su vez, reconoce que esta forma de comunicar puede ser muy interesante en psicoterapia ya que:

El cerebro humano cuenta historias. La identidad de la persona se establece en el cerebro mediante una narrativa.

Hay un aumento de la alianza terapéutica. Investigaciones recientes plantean que escuchar una historia con una sencilla estructura clásica de presentación produce un aumento de la oxitocina, hormona relacionada con el establecimiento del vínculo de apego.

Son fáciles de recordar gracias a la emocionabilidad implicada.

Aprendemos mejor con un modelo. Los protagonistas puede activar nuestras neuronas espejo que nos permite empatizar y aprender de esas acciones ajenas.

Envuelven distintos mensajes y enseñanzas y su contenido puede adaptarse al objetivo terapéutico que se desee potenciar.

Son una maravillosa forma de envolver una comunicación compatible con cualquier modelo de intervención psicoterapéutica

En terapia encontramos muy útil hacer uso de pequeños cuentos con los pacientes ya que la información le llega al individuo de una forma distinta a la que tiene estructurada en su cerebro. Las personas solemos estar cansadas de escuchar en términos científico-didácticos la explicación de nuestros problemas. Podemos decir que se trata de un método muy cercano y sencillo para entender lo que nos pasa.

En materia de autoayuda podemos encontrar las publicaciones de Jorge Bucay y Paulo Coelho, entre otros, y creo que sería muy razonable utilizar esta herramienta en consulta para ayudar a los pacientes a encontrar su camino.

cuentos con pacientes

Para terminar me gustaría decir que de pequeños nos han contado cuentos para ayudarnos a dormir; sin embargo con éste espero que logréis despertar:

El rey fue hasta su jardín y descubrió que sus árboles, arbustos y flores se estaban muriendo.

El roble dijo que se moría porque no podía ser tan alto como el pino. El pino estaba triste porque no podía dar uvas como la vid. Y la vid se moría porque no podía florecer como el rosal, que a su vez lloraba porque no era fuerte y sólida como el roble.

Entonces encontró un clavel floreciendo y lozano como nunca.

El rey le preguntó:

– ¿Cómo es posible que crezcas tan saludablemente en medio de este jardín mustio y umbrío?

La flor contestó:

– Siempre pensé que, ya que me plantaste, querías claveles.

En aquel momento me dije .. seré el mejor clavel que pueda.

Y aquí me tienes, el más hermoso y bello clavel de tu jardín.

(Anónimo)

Artículo escrito por Inma Sánchez

En el centro de psicología en Madrid trabajamos un equipo de psicólogas y psicólogos entusiastas de nuestra profesión, con años de experiencia, un alto nivel de especialización y una amplia formación contrastada. Queremos ofrecer respuestas y herramientas a las personas para facilitar su pronta recuperación y así poder mejorar su bienestar y su calidad de vida en general.

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