Me siento un egoísta por hacer lo que yo quiero

//Me siento un egoísta por hacer lo que yo quiero
egoísmo

Siempre se repite la misma historia: cada individuo no piensa más que en sí mismo.

Sóflocles (495 a.C. -406 a.C.)

“Me siento un egoísta cuando a la hora de hablar con determinadas personas y expresarles lo que quiero pienso en mí”. Esta es una frase característica de algunos de los pacientes que acuden a consulta y que genera mucho malestar; la cuestión está en qué concepto de egoísmo tengo sobre mí mismo, así como acerca de la distinción entre ser egoísta y ser interesado.

El egoísmo está en relación con el amor desproporcionado hacía uno mismo a la hora de tomar determinadas decisiones o acciones en la interacción con los otros. Lo opuesto sería el altruismo, sacrificar el propio bienestar en beneficio de los demás.

Existen varios tipos de egoísmo: por un lado tenemos el egoísmo biológico, que hace referencia a la búsqueda de un organismo de su propio bienestar a expensas de los otros; existen árboles en la naturaleza que necesitan más agua que otros, como es el caso del eucalipto —denominado socialmente “el árbol del dinero”—. Tras su cultivo se acaba produciendo la desertización del terreno debido a su crecimiento rápido, así como mayor necesidad de agua, que el resto de plantas, produciendo en muchos casos la muerte de otras especies. En relación a los seres humanos, depende de la cercanía de parentesco: a mayor cercanía y familiaridad, la relación de altruismo con esas personas aumenta, con lo que no es lo mismo la relación egoísta-altruista con un hermano o mejor amigo que con un desconocido o una persona con la que tengamos menos contacto.

Por otro lado, tenemos el egoísmo ético, doctrina filosófica que afirma que las personas deben tener como “norma” guiarse según sus propios intereses, siendo esta la única forma de actuar; aun así permite de manera “opcional” realizar acciones que ayuden a los otros, siempre y cuando se dé un beneficio como “intermediario” —conseguir algo para nosotros mismos—. Estos beneficios pueden ser a nivel material, intelectual o emocional, como forma de construcción personal; es decir, no solo depende del aporte económico.

Un tercer tipo de egoísmo es el racional, teoría que defiende la búsqueda del propio interés como algo racional, “con un sentido lógico y objetivo”. El concepto fue creado por Ayn Rand y defiende que las personas tengan como objetivo en su vida la satisfacción de sus propios proyectos racionales, sin violentar los derechos racionales de los demás ni aceptar que se destruyan los propios.

Un cuarto tipo es el egoísmo psicológico, el cual afirma que la propia conducta natural del ser humano está impulsada por motivaciones autointeresadas, negando la presencia de conductas “verdaderamente altruistas”. Se parte del supuesto que las personas, desde que son bebes, expresan lo que les agrada o desagrada de forma inesperada. En cambio, otros niños son “educados” en la idea de que deben de ocultar esas tendencias por considerarse algo negativo y así conceptualizar tal estado como “egoísta”, frente a lo que otros puedan querer o no, aportando un valor simbólico negativo a esa interacción espontánea con el medio: “hacer lo que yo quiero es ser egoísta”. Es como cuando uno elige quedar con determinadas personas porque le apetece y no con otras, o como cuando uno prefiere comer una manzana a una pera, o incluso cuando prefiere comprarse una camisa azul a una roja. Esas decisiones forman parte de la naturaleza humana, incluso cuando alguien se plantea como objetivo ayudar a los demás lo hace por su propio interés; de ahí que implique, y se manifieste, una motivación intrínseca hacia sus propios intereses generales de ayuda al prójimo.

Los seres humanos son definidos como personas que necesitan seguir sus propios procesos y motivaciones intrínsecas para sentirse liberados de sus cargas y por tanto ellos mismos, el problema aparece cuando anteponen las motivaciones de los demás a sus propios intereses, pudiendo generar rechazo, sentimientos de culpabilidad: hacia uno mismo (por no hacer lo que quiere y sentirse obligado a hacer lo que el otro quiere) ó hacia los demás (porque los demás no me dejan hacer lo que yo quiero), lo que genera una gran carga emocional negativa, ira, rabia, malestar, odio.

Tener intereses es un proceso natural; a nivel biológico para sobrevivir; a nivel ético para conseguir un beneficio; a nivel racional para llevar a cabo nuestros objetivos como necesidad intrínseca del ser humano, y a nivel psicológico como motivación para vivir la vida y para ser uno mismo…eso sí, respetando los intereses de los otros, lo que no significa hacer lo que los demás quieren, sino concebir como un aspecto “natural y no negativo” la opción de cada uno a llevar a cabo sus propios objetivos como algo universal y realista.

El justo y el injusto no son productos de la naturaleza, sino de la ley.

Arquelao (23 a.C. -18 d.C.)

Artículo escrito por Iñigo Cansado de Noriega

En el centro de psicología en Madrid trabajamos un equipo de psicólogas y psicólogos entusiastas de nuestra profesión, con años de experiencia, un alto nivel de especialización y una amplia formación contrastada. Queremos ofrecer respuestas y herramientas a las personas para facilitar su pronta recuperación y así poder mejorar su bienestar y su calidad de vida en general.

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