Las pérdidas forman parte de la vida, y todos las sufrimos en algún momento, así como acompañamos a otras personas que las sufren. Es importante que tengamos en cuenta que cuando hablamos de pérdidas, lo primero que se nos viene a la cabeza es la de nuestros seres queridos cuando estos fallecen, cuando nos enfrentamos a una ruptura sentimental o el fin de una amistad. Sin embargo, el mundo de las pérdidas y el proceso que las acompaña no se queda ahí; las personas sufrimos pérdidas de muy diversa índole, desde objetos o aspectos materiales a los que otorgamos un gran valor, hasta etapas de la vida de las que nos despedimos con gran tristeza, pasando claro está, por las nombradas perdidas de allegados, posiblemente la más dolorosa.
Desde que nacemos, empezamos a dar significado a todo, y a su vez ese significado que damos nos construye a nosotros, es una relación recíproca. Construye nuestra identidad, y por ende, no es difícil entender que cuando sobreviene una pérdida de cualquier cosa o persona que para nosotros tenía un sentido, necesitemos un proceso de reintegración de significados de nuestra realidad.
La recomposición de nuestro mundo interno de significados tras dicha pérdida es lo que se conoce como DUELO. Un proceso de enorme complejidad que a pesar de tener aspectos comunes entre unos individuos y otros, es sin duda alguna y ante todo, un proceso personal. Esto es así porque cada vínculo que establecemos a lo largo de nuestra vida y a través de nuestras experiencias es tan único como nosotros mismos; al igual que no hay dos personas iguales, no habrá dos vínculos exactamente iguales, pues cada uno damos un valor y significados determinados y característicos a aquello a lo que estamos unidos.

No obstante y a pesar de las diferencias individuales, podemos discernir aspectos comunes. Una de las autoras que más se ha sumergido en el mundo del duelo es Elisabeth Kübler-Ross, quien ha señalado que son cinco las FASES por las que pasa una persona en duelo ante una pérdida significativa:
LA NEGACIÓN: En esta primera fase rechazamos la realidad de la pérdida, estamos en shock y puede invadirnos la incredulidad. Podemos pensar “Esto no está ocurriendo”, “No me puede estar pasando a mí”, “No es verdad”.
LA IRA: La negación va dejando paso a un sentimiento de ira; la realidad de la pérdida se empieza a hacer consciente, emergiendo a su vez, el dolor. Nos sobreviene un sentimiento de rabia, injusticia e incluso de resentimiento con la vida, pagándolo en ocasiones con quienes nos rodean. Es frecuente pensar “¿Por qué a mí?”, “¡No es justo!”.
LA NEGOCIACIÓN: Intentamos negociar la pérdida, deseando volver al momento previo. Una frase que representa esa fase sería “¿Qué hubiera sucedido si…?”; nos balanceamos entre la nueva y dolorosa realidad y momentos del pasado.
LA DEPRESIÓN: Se va elaborando una comprensión de la pérdida de modo que ésta se va convirtiendo en una certeza. Vislumbramos que aquello con lo que teníamos un vínculo no podrá estar en nuestra vida de la forma en la que antes lo estaba, así que nos sentimos tristes y contemplamos un vacío irremplazable… “¿Para qué seguir?”, “Nada tiene sentido”.
LA ACEPTACIÓN: La vida se impone. Una vez pasadas las fases anteriores, empezamos a retomar nuestro ritmo y a ir dando valor a esas cosas que habíamos dejando en un segundo plano, otorgándole a nuestra vivencia nuevos sentidos y significados; entendemos que las pérdidas forman parte de la vida. Podemos sentirnos tranquilos y pensar “Su recuerdo siempre estará conmigo”.
Resulta muy útil conocer tales fases a la hora de enfrentarnos a una pérdida. A este respecto considero interesante tener en cuenta dos aspectos: Por un lado, sabemos que en numerosas ocasiones el simple hecho de saber que nos ocurre o porqué nos ocurre puede llegar a ser un alivio y en este sentido, comprender que estamos en un proceso donde no sólo no tenemos porqué entender todo sino que podemos darnos licencia y permiso para sentir todo tipo de emociones y contradicciones, nos permitirá ser más libres y condescendientes con nosotros mismos.
Por otro lado, considero relevante conocer tales fases por la implicación que podemos tener en los procesos de pérdida de otras personas. Es frecuente que cuando un ser querido se siente invadido por emociones negativas ante un suceso de estas características, intentemos animarlo de todas formas y maneras, descuidando que a veces lo más importante es estar ahí, sin más, dejándole expresar sus emociones y contradicciones sin juicio alguno.

En realidad, nuestra mente es sabia y encuentra habitualmente en qué momentos dar un paso más, pues debemos tener en cuenta que a pesar de ser un proceso natural, resulta en ocasiones tremendamente doloroso, y el afectado puede sentir una gran incomprensión durante el proceso. Necesitamos dar tiempo y aceptar el propio proceso, para que poco a poco nuestro mundo de significados vuelva a tener un sentido sólido.
Para hacerlo algo más llevadero puede ser beneficiosa la ayuda psicológica durante el mismo, y será especialmente recomendable en aquellos casos en los que la persona quede estancada en alguna de las fases mencionadas o bien el malestar adquiera unas dimensiones desproporcionadas.
No hay comentarios.