Un día recibes una llamada y sientes que te rompes en mil pedazos. El castillo de naipes sobre el que has asentado tu vida se tambalea y se derrumba. No es una decisión tuya, eres el daño colateral de quien decidió irse.
Me gustaría ser creyente y saber que un día volveré a ver a mi hermano. Lo primero que haría sería darle un bofetón y luego el abrazo más largo y sincero que jamás hubiera recibido.
Pronto se van a cumplir cinco años desde que decidió irse. En este tiempo, cada paso que he dado ha sido sobre un manto de cristales, pisadas dolorosas que atraviesan todo tu cuerpo y van llenando tu mochila hasta hacerla demasiado pesada.
En esta etapa, he sentido rabia, culpa, odio, comprensión, amor… he pasado por todos los estados posibles que se pueden sentir pero lo que más me ha hecho sufrir ha sido sentirme solo. Quizás busqué ese aislamiento porque no me permitía reír pero también la sociedad, los profesionales a los que acudí, no estaban preparados para acompañar a alguien que ha perdido a un familiar por suicidio.
Solo quería un abrazo, una mano tendida, que me acompañaran en silencio, que me preguntaran que tal estás. Vivimos en un mundo con tantas posibilidades de interactuar, de relacionarnos, de comunicarnos y te sientes solo. Qué paradoja!
Hemos sido educados en un sistema educativo donde se primaba ser el mejor, donde los débiles sufrían, donde las emociones habían sido reprimidas…
Las emociones no son malas, al contrario, nos hacen ser humanos. Permitámonos reír, sentir, crear pero también llorar, enfadarnos, sentir tristeza.
No necesitamos pastillas mágicas, decálogos profesionales de psicología de como pasar el duelo, consejos de que bonita es la vida…. Solo necesitamos piel, sentir un abrazo, una conversación sincera, un silencio bonito.
Mi travesía me ha devuelto al camino que llevaba el día anterior al suicidio de mi hermano. La herida se ha cicatrizado pero siempre quedará esa marca. Volveré a pisar cristales que me harán llorar pero feliz.
Esta carta es de un superviviente. Cada uno de nosotros vivirá su duelo de manera diferente, con tiempos diferentes, no todos somos iguales.
Solo pido a la sociedad, a los profesionales, a los gobernantes que no nos miren diferente, que den visibilidad a esta situación, que financien programas de prevención pero desde la emoción, la solidaridad y la piel.
Feliz vida
No hay comentarios.