Gracias a los avances médicos y tecnológicos la esperanza de vida ha aumentado permitiendo que las personas vivan más años. Por ello se ha producido un aumento significativo de la población mayor de sesenta y cinco años que está influyendo en la estructura generacional, así como en el nuevo tipo de relaciones establecidas entre los miembros de dichas generaciones. Se dice que vamos hacia un modelo de familia más larga y más estrecha: más larga en el sentido de que coexisten más personas de más generaciones, más estrecha en cuanto a que se ha reducido el número de hijos.
La abuelidad, o todo aquello que tiene que ver con el hecho de ser abuela o abuelo, va incorporándose cada año con más fuerza a nuestras celebraciones sociales y a nuestra vida en general. La importancia que está adquiriendo el rol de abuelo/a en la actualidad está determinado por cambios en la sociedad debidos a la mayor longevidad conseguida en las últimas décadas, ya que hoy día se puede ser abuelo muchos más años y con mejor salud, lo que da lugar a una mayor relación y coexistencia entre las generaciones. La condición de abuelidad se adquiere sin buscarla, a diferencia de la de paternidad, y es recibida con agrado por la mayoría llegando a ser uno de los acontecimientos más importantes en la vida de las personas; sin embargo, si esta etapa llega con responsabilidades que tienen que ver con el cuidado y la educación de los nietos (que le correspondería a los padres), y además de manera obligatoria, puede ser poco gratificante.
Desde el punto de visto del abuelo/a, el nieto representa una continuidad de su nombre y su familia, con lo que se vuelca en su cariño y dedicación y se recibe con ilusión. El rol de abuelo/a determina una relación funcional cuando actúa como cuidador de su/s nieto/s en el momento en que sus padres no puedan, y van a tener o van a poder gozar de una relación distinta con sus nietos, más lúdica, más dedicada a la sabiduría por encima de la instrumentación que es más propia de tutores, padres y responsables, por lo que el abuelo puede entretenerse en contar historias y en descubrir cosas juntos.
Los abuelos, más allá del papel afectivo y funcional que cumplen, son importantes para el crecimiento, la educación, la objetividad y tienen la función de transmisores de la historia y la cultura familiar, lo que resulta gratificante para los nietos y contribuye a conformar su identidad personal y familiar. También son fundamentales por el sólo hecho de ser unas figuras constantes a su lado con una edad biológica diferente y con unas formas de trato muy distintas: ir a casa del abuelo/a puede ser igual a ir a una fiesta, algo divertido y diferente de lo cotidiano.
A muchos niños les encanta estar con sus abuelos por diferentes razones: algunos porque a su lado no existen tantas órdenes ni obligaciones, otros porque pueden hacen cosas distintas con ellos, como preparar galletas, comer dulces, ir al parque y realizar actividades que hacen que ellos se sientan más libres. También hay algunos nietos que ven a sus abuelos como un amigo, una especie de guía, al ser divertidos, cariñosos y encantarles estar con ellos. Pero, claro, todo depende de la forma de ser de los abuelos porque los hay que apenas envejecen y continúan tratando a los más pequeños de una manera muy autoritaria y demasiado exigente.
Por lo general las familias en las que se pueden incluir los abuelos se ven enriquecidas con el encuentro intergeneracional que se da en su casa. Cuando estas relaciones no son conflictivas suponen intercambio, enriquecimiento y satisfacción, pues las generaciones se necesitan y crean lazos de interdependencia. Dichas necesidades de afecto, amistad o educación determinan una motivación mutua que produce satisfacción en los abuelos cuando se sienten útiles, así como en los nietos al adquirir nuevas experiencias.
Por otro lado, la condición de abuelidad no transforma a la persona pero según como se viva puede hacerle sentir una placentera expansión vital ya que se está integrando el presente, el pasado y el futuro: la vida y la muerte. En este sentido se produce la ambivalencia de sentir que se ha vencido a la propia muerte a través de la descendencia a la vez que el nieto le hace consciente de su vejez; esto le permite ubicarse en su identidad de abuelo. Por tanto, la abuelidad en si es una relación no sólo del abuelo con sus nietos, sino también de este consigo mismo y con todos los demás miembros del grupo familiar y social.
El proceso de abuelización es muy importante, el debut como abuelo/a es un hito en el desarrollo personal, familiar y generacional. A través de los genes trasciende la propia descendencia perpetuándose las características personales. El nacimiento del primer nieto/a tiene mucho impacto y significación psicológica, especialmente en la mujer, en quien suele coincidir el fin de la fertilidad con el momento enriquecedor de una nueva vida. Es un proceso complejo y multivariado, en el que la relación con el pequeño se va construyendo, a lo largo del tiempo, a través de las emociones y experiencias, sobre la base de varios factores: biológicos, psicológicos y socioeconómicos. Este proceso puede comenzar, por ejemplo, con el deseo, la fantasía y la experiencia de la llegada de un nieto cuando el hijo se casa o forma pareja. En ello se busca una compensación por la ausencia del descendiente que se va; que se aleja, no sólo de la casa, sino que forma su propia vida.
Por lo general, los abuelos sienten mucho placer con sus nietos. Estar con ellos es también una forma de renovarse personalmente, al tener más participación en la familia y sentirse más jóvenes y actualizados. Consideran que estar con ellos es un aprendizaje mutuo. La abuelidad constituye, en resumen, una función de indudable valor en la vida familiar. No tener abuelos o no tener ningún contacto con ellos representa un empobrecimiento en la vida de los niños, y para los abuelos la pérdida de un factor importante de bienestar psicológico.
Los abuelos están sobrevalorados. Es un tabú, pero la implicación de ellos dentro de un matrimonio con hijos suele afectar bastante, pues hay quienes viven lq llegada de un nieto como una segunda paternidad/maternidad, quieren ver todos los dias, semanas, festivos al nieto sin pensar en la intimidad y vida de sus hijos que son los que están ahora formando la familia.