Día Mundial para la Prevención del Abuso Sexual Infantil

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Prevención del abuso sexual infantil

Siendo hoy 19 de noviembre el Día Mundial para la Prevención del Abuso Sexual Infantil y mañana el Día del Niño, desde Psicólogos Princesa 81 queremos aprovechar para hablar de un problema que en nuestro país afecta a una de cada cuatro niñas y uno de cada siete niños (López, 1995). Se trata de uno de los tipos de maltrato infantil más difícil de detectar y visibilizar, y que provoca en las víctimas numerosas secuelas a nivel físico, psicológico y social, tanto a corto como a largo plazo.

Según el National Center of Child Abuse and Neglect (1978), se entiende por abuso sexual infantil todo tipo de contacto e interacción entre un niño y un adulto cuando el adulto (agresor) usa al niño para estimularse sexualmente él mismo, al niño  o a otra persona. El abuso sexual puede ser también cometido por una persona menor de 18 años cuándo esta es significativamente mayor que el niño (víctima) o cuando el agresor está en una posición de poder o control sobre el otro.

Mitos sobre el abuso sexual infantil

Para que este tipo de problemas pueda ser abordado con la mayor eficacia posible es importante visibilizarlo, saber cómo prevenirlo, cómo detectarlo y cómo actuar ante una posible agresión sexual. Por ello, el primer paso sería conocer algunos de los mitos y falsas creencias más comunes sobre el abuso sexual infantil, proporcionados por UNICEF (2018):

“Sólo lo sufren las niñas”. Como hemos comentado anteriormente, en España el 23% de las mujeres y un 15% de los hombres han sido víctimas de algún tipo de violencia sexual durante su infancia o adolescencia (Horno, Santos y Molino, 2001).

Sólo se produce en familias desestructuradas o de nivel sociocultural bajo”. El abuso sexual infantil es un problema que no distingue condición social, país, raza o cultura. Lo que sucede es que en familias con mayores recursos económicos se tiende a ocultar aún más la situación, produciéndose menos denuncias a instancias públicas o privadas (Arredondo, 2002).

“Los abusadores son personas desconocidas”. Según los datos de diversas asociaciones del abuso sexual infantil, más del 80% de los abusos sexuales son cometidos por personas del entorno familiar del niño (Horno, Santos y Molino, 2001).

“Los agresores son personas desequilibradas”. Los agresores no tienen un perfil psicológico común. En la mayoría de los casos los abusadores no muestran signos de enfermedad mental, sino que suelen ser personas normales que sufren deficiencias en la socialización, es decir, que no poseen valores morales o no saben controlar sus impulsos (Cely, 2003).

“Las personas que han sufrido abuso sexual se convertirán en agresores sexuales”. Esto no es necesariamente cierto, ya que muchos agresores provienen de familias sin historial de violencia. A día de hoy no se sabe porque algunas víctimas crecen y se convierten en agresores mientras otras no. Tampoco se sabe por qué algunos agresores no parecen haber tenido experiencias de abuso o maltrato en sus historias y sin embargo son sexualmente violentos (Noguerol, 2005).

Cómo prevenirlo

El abuso sexual en la infancia es un fenómeno mucho más común de lo que se podría pensar, por lo que es muy importante dotar a las niñas/os de estrategias y recursos para evitar este tipo de situaciones. A continuación os dejamos algunos consejos para prevenir el abuso sexual infantil:

Crea un clima de confianza en casa. Interésate por su día a día, muestra una actitud positiva y empática, hazle saber que estáis ahí siempre para hablar de cualquier cosa que necesiten.

La educación sexual es fundamental. Al igual que es importante favorecer su autonomía y su gestión emocional, también es necesario que aprendan a identificar de forma correcta las diferentes partes de su cuerpo, enseñarles que tienen derecho a la privacidad y a la intimidad, que su cuerpo es suyo y que nunca deben permitir que nadie les haga nada que les incomode. Cuentos como La Regla de Kiko suelen ser muy útiles con los más pequeños de la casa para enseñarles a decir “no” ante situaciones de abuso.

Secretos buenos vs Secretos malos. Ayudarles a diferenciar secretos buenos de aquellos que les incomodan, les hace sentir tristes o les asuste es imprescindible para que puedan dar el paso de contarlo y pedir ayuda.

Respeta su espacio. En nuestra cultura es muy habitual que pidamos a los más pequeños dar un beso o abrazo para saludar o despedirse de otras personas adultas, sin embargo, este tipo de acciones son muy peligrosas. Si obligamos a las/os menores a despedirse o saludar con un beso aunque no quieran, les mostramos que su comodidad con respecto a los adultos es algo secundario, lo cual se contradice mucho con la idea de que su cuerpo es suyo que les intentamos transmitir para prevenir el abuso. Lo mejor es respetar su espacio vital y evitar este tipo de acciones para que sea la propia niña/o quien decida cómo quiere saluda o despedirse.

Cuidado con internet. A día de hoy es fundamental informar, especialmente a los adolescentes, de los riesgos de las nuevas tecnologías. El sexting, el phishing y especialmente el grooming, son formas de acoso a través de las redes que pueden llegar a ser muy peligrosas, por lo que debemos alertarles y supervisar su uso cotidiano de las nuevas tecnologías.

Cómo detectarlo

Según la organización Save the Children, una de las problemáticas más graves en el abuso sexual infantil consiste en que los síntomas que muestra la niña o el niño pueden ser a su vez indicadores de otro tipo de problemas psicopatológicos por los que esté pasando el menor.

Félix López (1995), catedrático de la Universidad de Salamanca, afirma en sus estudios que los indicadores que permitirían sospechar de un abuso sexual son los siguientes:

Indicadores Menores de 6 años Menores de 6 a 12 años Menores de 12 a 18 años
Físicos Sangrado en genitales.

Fisuras anales.

Infección urinaria.

Moretones.

Dolor al sentarse o al andar.

Infecciones de transmisión sexual.

Enuresis o encopresis.

Dificultades en la defecación.

Presencia de esperma.

Embarazo.
Sexuales Comportamientos sexuales impropios de la edad.

Conocimiento de conductas sexuales de los adultos.

Conciencia aguda de los propios órganos genitales.

Masturbación excesiva.

Comportamiento sexual provocador impropio de su edad.

Juegos sexualizados.

Sexualización de todas las relaciones.

Asunción del rol de madre en la familia.

Sociales Miedo a los hombres.

Aislamiento social.

Desconfianza en las relaciones humanas.

Rechazo del contacto afectivo que antes era aceptado.

Problemas de sueño o alimentación.

Miedo a que los bañen o los vean desnudos.

Problemas en el habla.

Problemas de atención.

Fugas del domicilio.

Problemas escolares: falta de concentración y bajo rendimiento.

Accidentes frecuentes.

Psicomotricidad lenta.

Hiperactividad.

Retrasos en el crecimiento no orgánicos.

Rebeldía .

Alcoholismo o consumo de drogas.

Agresiones.

Conductas delictivas

Conductas autodestructivas o intentos de suicidio.

Psicológicos Miedos.

Fobias.

Insomnio.

Ansiedad.

Depresión.

Aislamiento.

Fantasías excesivas.

Conductas regresivas.

Falta de control emocional.

Cómo actuar

Ante la aparición de alguno de los indicadores, de la sospecha de un posible abuso o de que un menor os cuente que está sufriendo violencia sexual, os recomendamos contactar con un profesional y seguir los siguientes consejos de actuación recomendados por asociaciones como Márgenes y Vínculos, Save the Children y Fundación Anar:

Presta atención, escucha y haz que se sienta creída/o. En estos momentos es importante mantener la calma y evitar mostrar alarmismo, ya que esto puede preocupar y asustar más al menor. Del mismo modo, evita interrogarle o hacer preguntas que le puedan intimidar.

Hazle saber que no tiene la culpa de lo que le ocurre, que el único responsable es el agresor. Transmítele que se le va a proteger y se va a impedir que eso vuelva a pasar. Evita que el agresor siga teniendo acceso a él/ella.

Refuérzale, dile que ha sido muy valiente por haberlo contado y que estás muy orgullosa/o por ello. Dile que le sigues queriendo mucho y le vas a ayudar a superarlo.

Acude a los Servicios Sociales o Centro de Salud de tu zona, donde un profesional especializado te asesorará según tu caso particular. Puedes hablar con el trabajador social, psicólogo o pediatra.

En ocasiones será necesario un examen médico para asegurarse de que no tiene lesiones, y si las tuviera que éstas fueran tratadas y correctamente recogidas en un parte médico, donde se incluya lo que cuenta el menor de lo sucedido. Si el menor presenta alguna agresión física o tiene la ropa manchada, no le bañes antes de la exploración del médico y guarda la ropa sin ser lavada para que pueda ser analizada.

Pon la denuncia en la Policía o en el Juzgado a la mayor brevedad posible. Escribe de forma detallada todo lo que te ha contado el menor, ya que la denuncia se  recogerá por escrito. Es muy importante solicitar una copia de la denuncia y procurar que la/el menor sea entrevistado el menor número de veces posible para evitar la victimización secundaria.

Bibliografía

Arredondo, V. (2002). Guía básica de prevención del abuso sexual infantil. Viña del Mar, Chile: Paicabi.

Cely, L. A. R. (2003). Intervención interdisciplinaria en casos de abuso sexual infantil. Universitas Psychologica, 2(1), 57-60.

Horno, P., Santos, A., & Molino, C. (2001). Abuso sexual infantil: manual de formación para profesionales. Madrid: Save the Children España, 1-355.

López, F., Carpintero, E., Hernández, A., Martín, M. J., & Fuertes, A. (1995). Prevalencia y consecuencias del abuso sexual al menor en España. Child Abuse & Neglect, 19(9), 1039-1050.

National Center on Child Abuse and Neglect (1978). Interdisciplinary Glossary on child Abuse and Neglect. Washington D.C. US Department of Health, Education & Welfare.

Noguerol, V. (2005). Agresiones Sexuales. Madrid: Ed. Síntesis.

UNICEF. (2018). Mitos acerca del abuso sexual infantil.

Artículo escrito por Mar Suero

En el centro de psicología en Madrid trabajamos un equipo de psicólogas y psicólogos entusiastas de nuestra profesión, con años de experiencia, un alto nivel de especialización y una amplia formación contrastada. Queremos ofrecer respuestas y herramientas a las personas para facilitar su pronta recuperación y así poder mejorar su bienestar y su calidad de vida en general.

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