Ortorexia nerviosa

Ortorexia nerviosa

El arte de comer bien

A menudo nos sentimos atraídos por consumir alimentos sanos, con la percepción de ser estos más puros y aportarnos esa détox que necesitamos.

Pero… ¿se nos está yendo de las manos?

Estamos expuestos a un bombardeo constante de contenido nutricional, belleza y moda en las redes sociales. En España, según un informe de tendencias digitales (Wearesocial y Hootsuite, 2019) pasamos conectados a internet una media de 5 horas y 18 minutos diarios. De este tiempo dedicamos 1 hora y 39 minutos a las redes sociales.

Otro estudio afirma que “los patrones de alimentación desordenados cambian continuamente a medida que evolucionan las influencias y presiones sociales”. Algunos movimientos como el Realfooding defienden “un estilo de vida saludable basado en consumir comida real y huir de los ultraprocesados” (Carlos Ríos, 2019).

Hasta aquí todo bien. ¿Pero qué ocurre cuando está información cae en manos del
desconocimiento? El objetivo de emprenderse en un viaje hacia la alimentación saludable en la población es admirable. Sin embargo, una sobre-estimulación de esta práctica, junto a la presión ejercida en las redes sociales, podría transformar ese comportamiento saludable en un problema alimentario de gran índole.

Hablamos entonces de la Ortorexia Nerviosa.

Comer sano ¿pero en exceso?

Fue Steven Bratman quien, en 1997, acuñó este término proveniente del griego orthos, que significa ́correcto ́, y orexis, ́apetito ́. Bratman define el concepto como “una fijación patológica en el consumo de alimentos apropiados y saludables”.

Las personas que son afectadas por esta alteración tienden a una evitación de todos aquellos productos en cuyos ingredientes puedan existir residuos de pesticidas, conservantes, alimentos grasos, nutrientes poco saludables o aquellos altos en sodio y azúcar. ¿Te parecen pocas restricciones?, en los casos más graves se puede llegar a eliminar categorías enteras de alimentos por no considerarlos aptos.

Algunos síntomas de la ON:

  • Obsesión por la ingesta de alimentos sanos
  • Creencias de la comida poco realistas
  • Deseo de aumentar la salud
  • Comportamientos de alarde
  • Planificación de la comida
  • Cambios en estilo de vida
  • Rituales de preparación
  • Pensamientos intrusivos
  • Rasgos de perfeccionismo
  • Rigidez cognitiva
  • Ansiedad
  • Deterioro de memoria de trabajo y funcionamiento
  • Pensamientos egosintónicos (aquellos que resultan de seguir las propias convicciones)

Las consecuencias pueden parecer obvias: déficits nutricionales, inestabilidad afectiva e intenso aislamiento social. Por otro lado, la posibilidad de ingesta de alimentos poco saludables puede suponer en la persona una gama de diferentes emociones desagradables como culpa, miedo a enfermedad y conductas de tipo castigo, como iniciar una dieta aún más restrictiva de la que ya sigue.

La comida pasa a ser un pilar fundamental en su vida, lo que hace que todas las metas comiencen a orientarse sin perder de vista esa “brújula saludable”, que les guía hacia nuevas amistades, nuevos trabajos e incluso cambios radicales en su estilo de vida (no acudir a ciertas reuniones sociales en las que se implique cierto tipo de comida, etc.).

Para los autores, aunque no encuentran evidencia clara en cuanto a la relación de género y ON, si existe un consenso en aquellos grupos de riesgo a la hora de desarrollar esta afectación: personas deportistas, médicos, dietistas-nutricionistas, así como aquellos con un nivel de educación alto.

Además, no podemos olvidarnos de aquellas personas que padecen trastorno obsesivo-compulsivo en algún grado, así como de quienes ya han padecido Anorexia Nerviosa, o algún tipo especificado de Trastorno de la Conducta Alimenticia.

Desde luego que… comer sano está bien. No quiero con todo esto volveros en contra de la comida saludable ¡eso nunca! Sin embargo, hay que diferenciar entre una dimensión protectora y saludable de comer sano, y otra dimensión patológica.

Únicamente podemos hablar de ON cuando esa actitud hacia la comida se intensifica hasta tal punto que la persona llega a abandonar su estilo de vida normal, para adoptar uno completamente restrictivo y poco saludable.

Todo esto ha suscitado cierto interés en la comunidad científica, y aunque no existe un acuerdo a la hora de clasificar la ON e incluirla en el Manual diagnóstico y estadístico de los Trastornos Mentales de la American Psychiatric Association (DSM-5), si podemos nombrar ciertos criterios diagnósticos primarios:

a) Una obsesiva o preocupación patológica con una nutrición saludable

b) Consecuencias emocionales por la no adherencia a las reglas nutricionales autoimpuestas

c) Discapacidades psicosociales en áreas relevantes de la vida, además de la desnutrición y pérdida de peso

¿Y qué hacemos entonces con todo esto?

La alta comorbilidad entre síntomas con otros trastornos alimenticios y la escasa
investigación mantiene un debate abierto sobre todo esto. Varios estudios hablan de la posibilidad de incluir la ON en un subtipo de Anorexia Nerviosa, pero… por el momento, y como comentaba anteriormente, el debate sigue abierto.

Si hay algo que se pueda deducir es que el seguimiento del Realfooding puede relacionarse con patrones rígidos en cuanto a la alimentación. Una persona con una vulnerabilidad determinada y ciertos patrones rígidos en cuanto al estilo de nutrición puede presentar un mayor riesgo de desarrollar una ON en el futuro.

¿Mantener una dieta sana implica una patología? Rotundamente no. El problema se presenta ante la dificultad para distinguir un deseo de seguir una dieta saludable, aumentando la probabilidad de mostrar un comportamiento más patológico.

Por último me gustaría que tú, lector, reflexiones sobre la cantidad de información que recibes al día, en la calle, en las redes, en conversaciones… sobre la alimentación y la dieta saludable. ¿Te has cruzado con algún realfooder muy rígido? seguramente sí.

Está tan a la orden del día preocuparse tanto por la imagen, que lo hemos llevado al campo de la alimentación. Cómo si los cánones de belleza no fueran pocos…

Nunca los extremos fueron sanos, y es que vivimos en ese mundo en el que, hasta comer sano, se ha vuelto insano.

Referencias bibliográficas

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Lopes, R., Melo, R., y Dias, B. (2018). Orthorexia nervosa and comorbid depression
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Ryman, F. V. M., Cesorglu, T., Bood, Z., y Syurina, E. (2019). Orthorexia Nervosa: disorder or not? Opinions of Dutch health professionals. Frontiers in Psychology, 10, 555. doi: 10.3389/fpsyg.2019.00555

Artículo escrito por Clara Simal

En el centro de psicología en Madrid trabajamos un equipo de psicólogas y psicólogos entusiastas de nuestra profesión, con años de experiencia, un alto nivel de especialización y una amplia formación contrastada. Queremos ofrecer respuestas y herramientas a las personas para facilitar su pronta recuperación y así poder mejorar su bienestar y su calidad de vida en general.

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