Las 8 clases de hambre

//Las 8 clases de hambre
clases de hambre

Cuando preguntamos a las personas por qué les apetece comer, la mayoría responden que comen porque tienen hambre, pero al pedirles que describan la sensación de hambre no saben como hacerlo. Una de las causas por las que esto ocurre es porque existen diferentes clases de hambre; todos estos tipos son experiencias que suceden en forma de emociones, sensaciones y pensamientos. Hay diferentes razones por las cuales podemos sentir hambre: puede ser que la última ingesta la hayamos realizado hace 8 horas o puede que nos sintamos cansados, ansiosos o solos. Algunas de nuestras experiencias no están relacionadas con el hambre de comida, pero cuando las sentimos tratamos erróneamente de apaciguarlas comiendo.

El hambre más básica y la primera que a todos se nos viene a la cabeza es el hambre fisiológica, que aparece cuando las reservas de energía de nuestro cuerpo están bajas. Todo sería muy sencillo si este fuese el único tipo de hambre, pero… hay más, mucho más. Tenemos hambre visual, hambre de tacto, hambre auditiva, hambre olfativa, hambre bucal, hambre estomacal, hambre mental y hambre del corazón.

Hambre visual

Es el tipo de hambre que aparece cuando vemos alguna comida apetitosa. Independientemente de que tu estómago se encuentre saciado, si se activa este tipo de hambre, sentirás el impulso de dar un bocado a aquello que la activó.

Algunos ejemplos de hambre visual los podemos experimentar cuando, tras una copiosa comida estamos llenos, pero falta el postre y… ¡siempre hay un hueco para el postre! O cuando al ver un anuncio de una jugosa hamburguesa se nos antoja ir a cenar a una hamburguesería.

Hambre de tacto

El hambre de tacto se refiere al hecho de sentir más satisfacción al comer si lo hacemos con las manos en lugar de utilizar cubiertos. En nuestra cultura esto nos puede parecer antihigiénico pero los árabes, indios y africanos comen con las manos y según ellos utilizar cubiertos es como atacar la comida con un arma. Al comer de esta manera nos conectamos más con lo que estamos comiendo, haciéndolo de manera más consciente.

Hambre auditiva

Es aquella que se produce por el sonido de los alimentos. Solemos preferir aquellos alimentos que crujen, lo cual se debe a que si esto sucede implica que es fresco como ocurre con las zanahorias, manzanas o la lechuga. Esto no es nada novedoso; de hecho, los publicistas llevan años beneficiándose de este tipo de hambre: un ejemplo de ello lo podemos ver en los anuncios de patatas Lays cuando afirman que sus patatas producen el crujido más intenso o en los del helado Magnum, que destacan por el sonido del crujir del chocolate al dar el primer mordisco.

Hambre olfativa

Esta hambre se despierta ante un olor agradable, como por ejemplo el que desprende el pan recién hecho o la salsa de tomate para la pasta. El olor de los alimentos tiene la capacidad de crearnos sensación de hambre incluso cuando no la tenemos.

La lengua solo puede diferenciar cinco sabores: dulce, salado, amargo, agrio y umami (sabroso) y es el olor de la comida lo que nos permite disfrutar del amplio abanico de sabores que tenemos a nuestro alcance, por ello no es casualidad que cuando estamos enfermos y no podemos oler, la comida nos sepa insípida.

Hambre bucal

El hambre bucal es el deseo de la boca de experimentar placer, pero lo placentero varía de una persona a otra en función de la genética, los hábitos de alimentación de cada familia y de factores culturales. Un ejemplo de esto último puede experimentarse al viajar a otros continentes: los asiáticos consideran que comer cangrejos y langostas es asqueroso, mientras que para ellos los insectos fritos son un perfecto snack.

Hambre estomacal

Esta hambre es aquella que solemos identificar como una sensación de vacío o como retortijones en el estómago. Podemos pensar que este órgano nos avisa de cuando debemos alimentarlo, pero en realidad esto no es así, sino que somos nosotros, con nuestros hábitos alimentarios quienes le hemos enseñado a avisarnos de cuando debemos llenarlo de comida. Por ejemplo, las personas que nunca desayunan no experimentan hambre hasta el mediodía, mientras que quienes si que lo hacen se levantan con apetito, pero basta con dejar de desayunar durante 4 días para que esa sensación de vacío en el estómago a primera hora de la mañana desaparezca.

Hambre mental

El hambre mental está basada en pensamientos: “me merezco un helado”, “debería de hacer 6 comidas al día” o “tengo que beber 2 litros de agua diarios”.

Esta hambre está condicionada por lo que leemos y escuchamos sobre la alimentación. Por ejemplo, hace años se pensaba que comer más de dos huevos al día era malo para la salud porque aumentaba el colesterol, por lo que las personas se preocupaban mucho de no sobrepasar su ingesta de huevos. Actualmente se han publicado diversos estudios que evidencian que esto es falso y que el colesterol elevado no tiene nada que ver con la cantidad de huevos consumidos. La idea de que debemos comer según lo que se publique en los últimos estudios científicos nos ha llevado a seguir diferentes dietas de moda, la mayoría de las cuales no suelen tener ningún sentido, como la dieta de la piña o la idea de no comer hidratos de carbono a partir de las 6 de la tarde. Todo esto nos lleva a comer con ansiedad porque nos distrae de las señales que nos manda nuestro cuerpo, en quien realmente deberíamos confiar.

Hambre del corazón

Cuando sentimos esta hambre lo que intentamos llenar no es un agujero en el estómago, sino en el corazón. Comemos cuando tenemos un desengaño amoroso, cuando fallece un ser querido… en definitiva, cuando nos sentimos solos. De esta manera intentamos cuidar de nosotros mismos sin ser conscientes que la comida no llenará el vacío o el dolor que sentimos, porque ese vacío solo se llena con la interconexión que sentimos con los demás.

¿Cómo podemos satisfacer el hambre del corazón? Algunas ideas pueden ser hablar con un amigo, dar un paseo bajo el sol, escuchar música, dibujar… cualquier cosa que te satisfaga y te haga sentir en conexión con los demás y contigo mismo.

Artículo escrito por María Sacristán

En el centro de psicología en Madrid trabajamos un equipo de psicólogas y psicólogos entusiastas de nuestra profesión, con años de experiencia, un alto nivel de especialización y una amplia formación contrastada. Queremos ofrecer respuestas y herramientas a las personas para facilitar su pronta recuperación y así poder mejorar su bienestar y su calidad de vida en general.

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