La práctica del deporte y su relación con la satisfacción corporal

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La práctica del deporte y su relación con la satisfacción corporal

Desde tiempos remotos, el ser humano siempre ha realizado actividad física de un modo u otro, ya sea corriendo, andando, nadando, trepando o reptando. Habilidades las cuales han permitido nuestra supervivencia como especie (Luarte, Garrido, Pacheco & Daolio, 2016). A la hora de hacer una búsqueda sobre los efectos del deporte en la salud encontramos numerosos artículos, libros y revistas que hacen referencia a dichos efectos.

Actualmente, en la sociedad moderna, las personas suelen tener bastantes problemas para dedicar un mínimo de tiempo vital en realizar ejercicio, pero si dejamos de practicarlo  nuestro cuerpo empezará a acostumbrarse a la inactividad y esto es algo que se podría evitar.

Además, la inactividad física es una de las causas más comunes de muerte según la OMS (2016). Es por ello que, si le dedicamos un mínimo de tiempo, estaremos estimulando nuestro cuerpo y por tanto generaremos ganancias en nuestra salud.

A nivel físico, resulta evidente que el beneficio más importante que encontramos es la mejora en nuestra capacidad aeróbica y por consiguiente nuestro sistema cardiovascular. Otros resultados que se van dando con el tiempo son el fortalecimiento de huesos y músculos, una mayor flexibilidad, fuerza y resistencia.

A nivel psicológico, también se hayan numerosos resultados como el fortalecimiento de la autoestima y del autoconcepto, aumento de la calidad del sueño, mejora de las habilidades sociales, mayor capacidad comunicativa, cambios en la dieta y mayor concienciación de lo que supone realizar ejercicio.

Cuando nos habituamos a la práctica deportiva, también se producen cambios en nuestra imagen corporal. En líneas generales, nos vemos más atléticos, más esbeltos o atractivos, características que son recibidas con una connotación positiva en la sociedad actual. A este respecto existen estudios, como el de Martínez & Veiga (2007), que afirman la correlación existente entre realizar ejercicio físico y una mayor satisfacción con la imagen corporal.

Sin embargo, los adolescentes suelen conformar el grupo de edad que tiene una insatisfacción más alta en relación a su silueta. Sobre todo, debido a los cambios evolutivos asociados a su crecimiento y que pueden suponer un rechazo en base a los cánones de belleza establecidos por la sociedad en la que vivimos (Levine y Smolak, 2002, citados en Requena, Martín & Lago, 2015), siendo las mujeres el sexo que presenta mayor incidencia en la población mundial (Cruz-Saéz, Pascual, Extebarría & Echeburúa, 2013).

Normalmente, tal y como sostienen Arcelus, García-Dantas, Sánchez & Del Río (2015) el rechazo del propio cuerpo, por parte de los adolescentes, suele estar relacionado con un estado de ánimo depresivo, menor autoestima y mayor probabilidad de desarrollar un trastorno de conducta alimentaria (TCA).

La imagen corporal (IC) que tenemos de nosotros mismos se va construyendo a lo largo del tiempo y tiene en cuenta las dimensiones cognitiva, perceptiva, afectiva y comportamental, sin descartar la influencia del contexto (León, Sepúlveda, & Botella, 2001).

En relación al sexo masculino, para ellos la preocupación por la silueta ha sido menor que en el caso de las mujeres tal y como recoge la literatura científica, aunque parece que sí son más conscientes de los beneficios en la salud que produce la práctica continua de ejercicio físico (Martínez, 2003). Sin embargo, según Baile (2011), los varones que suelen practicar deporte con regularidad presentan una mayor preocupación por su imagen, pudiendo en algunos casos presentar trastornos TDC como la vigorexia.

Ejercitarnos con una frecuencia y duración determinadas, además de ajustada a cada individuo, parece influir en el desarrollo y mantenimiento de una imagen corporal más positiva. Estudios como los de Alley (1991), Camacho (2005) y Tornero y Sierra (2008) avalan dicha conclusión.

Aunque hay alguna que otra evidencia científica de que, a medida que nos hacemos mayores, nos volvemos más tolerantes con nuestro cuerpo (Montaño, 2008), pocos estudios hay al respecto con lo que se aboga por realizar más investigaciones que incluyan la edad al estudiar la imagen corporal.

Conclusiones

Si bien es sabido que el deporte reporta numerosos beneficios, tanto a nivel físico como a nivel mental, resulta conveniente resaltar que también influye en la percepción global que tenemos de nuestra imagen corporal.

Cuando somos más jóvenes, parece haber menor aceptación con el propio cuerpo. Sin embargo, este tema parece perder fuerza a medida que vamos creciendo, no sin olvidar que se recomienda una mayor investigación en la influencia de la edad con respecto a la imagen física.

Son las mujeres las que presentan mayor insatisfacción con su propio cuerpo, debido en gran parte a la influencia que tienen los medios de comunicación y la publicidad. También son las que tienen mayor probabilidad de sufrir un TCA como la anorexia nerviosa (AN), bulimia nerviosa (BN) y trastorno por atracón, debido a esos cánones imperantes en la sociedad. En concreto, las adolescentes serían el grupo con mayor riesgo de sufrir dichos trastornos tal y como se recoge en la literatura científica.

Para finalizar, comentar que está demostrado que practicar ejercicio con regularidad correlaciona positivamente con una mayor tolerancia a la silueta propia aunque sería conveniente mostrar un mayor interés en la insatisfacción que tienen las personas con su propio cuerpo, ya que es un problema creciente en las sociedades modernas y que cursa con individuos con menor autoestima, síntomas depresivos y mayor probabilidad de sufrir un TCA o un trastorno dismórfico corporal (TDC) (Cash & Fleming, 2002; Otero, Lameiras, & Rodríguez, 2004; Stice, Hayward, Cameron, Killen, & Taylor, 2000; Eric Stice, Ng, & Shaw, 2010).

REFERENCIAS

Arcelus, J., García-Dantas, A., Sánchez, M., & Del Río, C. (2015). Influence of perfectionism on variables associated to eating disorders in dance students. Revista de Psicología del Deporte, 297-303.

Baile, J. (2011). Psychologia: Avances de la disciplina. Psychologia. Avances de La Disciplina, 5(1), 135–136.

Cruz-Saéz, M., Pascual, A., Extebarría, I., & Echeburúa, E. (2013). Riesgo de trastorno de la conducta alimentaria, consumo de sustancias adictivas y dificultades emocionales en chicas adolescentes. Anales de Psicología, 724-733.

León, J., Sepúlveda, A., Botella, J. (2001). La alteración de la imagen corporal en los trastornos de la alimentación: Un meta-análisis. Psicothema, 13(1), 7-16.

Luarte, C., Garrido, A., Pacheco, J. y Daolio, J. (2016). Antecedentes históricos de la Actividad Física para la salud. Revista Ciencias de la Actividad Física UCM, 17(1), 67-76.

Montaño, I. (2008). Imagen corporal y envejecimiento. Avances en Psiquiatría Biológica, 9, 57-73.

Requena, C. M., Martín, A. M., & Lago, B. S. (2015). Imagen corporal, autoestima, motivación y rendimiento en practicantes de danza. Revista de Psicología del Deporte, 37-44.

Artículo escrito por Antonio Baca

En el centro de psicología en Madrid trabajamos un equipo de psicólogas y psicólogos entusiastas de nuestra profesión, con años de experiencia, un alto nivel de especialización y una amplia formación contrastada. Queremos ofrecer respuestas y herramientas a las personas para facilitar su pronta recuperación y así poder mejorar su bienestar y su calidad de vida en general.

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