Todos pensamos en nuestro futuro con mayor o menor frecuencia. Sabemos lo importante que es nuestro esfuerzo, la dedicación al trabajo, la formación, nuestro entorno, nuestra red social, las oportunidades y en ocasiones el factor suerte.
Pero ¿qué determina realmente nuestro futuro profesional? El entorno cambiante, la labilidad de las circunstancias, y la inestabilidad nos desconciertan. Muchas veces atribuimos al factor suerte algunas situaciones y logros obtenidos. Aunque sabemos que en el fondo son la suma de dedicación, esfuerzo, y el trabajo bien orientado o reorientado, pero… ¿no hay algo más?
Todos conocemos a personas consideradas suertudas que siempre consiguen sus propósitos, responden bien ante la adversidad y saben enfrentar las dificultades; también resurgen de sus cenizas ante grandes derrotas, o fracasos, y acaban consiguiendo lo que se proponen y encontrando su sitio pese a las circunstancias. Confiamos en que les va a ir bien, ya que tienen un curioso imán de triunfos.
¿Cuál es su secreto? Que ante todo se estiman y sí se creen merecedoras de su éxito. Su sana autoestima les permite ganar, crecer y levantarse siempre que sea necesario. Podemos ampliarlo a cualquier ámbito de su vida: amor, trabajo, economía, desarrollo personal… o fijarnos solamente en uno, en el cual la persona esté más segura y estime más su valía, en ese aspecto siempre acaba brillando.

Recibimos información diaria de lo importante que es formarnos continuamente, aprender idiomas, desarrollarnos en el trabajo, adquirir nuevas habilidades y aptitudes, tener ambición, pero… ¿Alguien nos dice lo realmente importante que es cuidar nuestra autoestima? ¿Sabemos hasta qué punto puede llevarnos o por el contrario limitarnos? No hablamos de una sencilla teoría de expectativa, es algo más complejo. Una persona con autoestima sana es asertiva, honesta consigo misma y con los demás, posee habilidades sociales, y por lo tanto sabe relacionarse en distintos entornos, resuelve conflictos, sabe aceptar críticas, crece con sus errores, comunica lo que quiere transmitir exactamente, defiende sus derechos, sabe pedir ayuda cuando la necesita, no es ostentosa sino que da lo mejor de sí, no necesita hacerlo mejor que tú, sino que se supera a sí misma continuamente, no le empequeñecen los éxitos de los demás sino que los admira y aprende algo para sí misma.
Esta persona sabe que es humana, y que no es perfecta, pero se estima y confía en sí misma y en sus propios recursos, y finalmente triunfa.
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