Suponte que vas caminando por una ciudad que no conoces, en la que nunca antes has estado y entras a una iglesia que fue construida muchos siglos antes de que nacieras, pero, sin embargo, una sensación de familiaridad que no puedes describir te invade, y tu mente te dice que ya has estado allí. Este fenómeno se conoce como Déjà vu.
Etimológicamente el término Déjà vu significa ya visto y fue acuñado por el investigador psíquico francés Émile Boirac. Se trata de un fenómeno entrañable propio de la condición humana, que hace referencia a un tipo de paramnesia de reconocimiento; caracterizada por la fuerte convicción de que un evento o experiencia que se vive en el presente, se ha experimentado en el pasado. Dicho de otra forma, es la sensación de que se ha sido testigo previamente de una situación nueva. La experiencia suele ir acompañada por una convincente sensación de familiaridad y a su vez por una extraña sensación de rareza.
Los expertos establecen diferentes variedades dentro del Déjà Vu dependiendo del tipo de vivencia experimentada:
Déjà Senti (ya sentido): Es un suceso necesariamente de tipo mental que carece de aspectos precognitivos y que rara vez permanece en la persona que lo experimenta.
Déjà Vecu (ya vivido o ya experimentado): Fenómeno que alude a la sensación de que lo que estamos diciendo o haciendo ya lo hemos dicho o hecho con anterioridad. Relacionado con ocurrencias o procesos temporales.
Déjà Visité (ya visitado): Hace referencia a la extraña sensación de conocer un lugar nuevo en el que nunca antes habíamos estado. Se dan con menor frecuencia que las anteriores y está relacionado con aspectos geográficos y relaciones espaciales.
El fenómeno opuesto al Déjà vu es el llamado Jamais vu (en francés nunca visto). Se caracteriza por no recordar explícitamente haber visto algo antes. La persona sabe que esa experiencia ha ocurrido previamente pero le resulta extraña. Es la sensación de extrañeza frente a algo sumamente familiar.

Existen diversas teorías científicas que tratan de dar explicación a la experiencia Déjà vu. La más plausible sostiene que los eventos se almacenan en la memoria antes incluso de que la parte consciente del cerebro reciba la información y la procese. En esta misma línea muchos teóricos apuntan que la anomalía de la memoria sucede cuando la mente consciente tiene un ligero retraso en la recepción de las entradas perceptivas. En otras palabras, la mente inconsciente percibe el entorno antes que la consciente, lo que provoca que la propia conciencia detecte algo que ya está en la memoria, incluso aunque lo esté a sólo un instante de diferencia con la percepción; este pequeño lapsus o retraso en la percepción del estímulo externo generaría la sensación de tener ante nuestros ojos algo que ya hemos vivido. Por tanto, puede ser el resultado de un solapamiento entre los sistemas neurológicos responsables de la memoria a corto plazo (sucesos que se perciben como pertenecientes al presente) y los responsables de la memoria a largo plazo (sucesos que se perciben como pertenecientes al pasado). Sin embargo esta teoría ha quedado cuestionada ya que distintas personas ciegas han experimentado también episodios de Déjà vu, en relación a sus otros sentidos. Esto echó por tierra la tesis de la memoria visual retrasada o equivocada, dejando sobre el tapete el enigma.
Otras teorías van en la línea de que el ser humano almacena la información de manera simplificada, de tal forma que ante un escenario con una configuración similar a otro que ya es conocido puede producirse esa falsa sensación de familiaridad debido a que tenemos nociones de la configuración pero no hemos almacenado esa información de forma completa. Es como si distorsionásemos el recuerdo a fin de adaptarlo a esa nueva situación.
Desde otras perspectivas no científicas como la parapsicología asocian esta peculiar experiencia con la precognición, la clarividencia o las percepciones extrasensoriales, atribuyendo su explicación a la profecía, las visiones o a recuerdos de una vida anterior. Otros sostienen que el Déjà vu pudiera ser una memoria de sueños olvidados con elementos comunes a la experiencia que se vive en el estado de vigilia.
Diversas investigaciones afirman que la ocurrencia de los Déjà vu se da en igual proporción entre hombres y mujeres de diferentes razas, pero que se presenta con mayor frecuencia en personas de entre 15 y 25 años de edad. Esto ha hecho creer a los especialistas que el fenómeno podría estar relacionado con neurotransmisores como la dopamina, los cuales son más elevados en adolescentes y adultos jóvenes.
Cabe concluir, por tanto, que el Déjà vu es un fenómeno de índole desconocida con exactitud hasta la fecha; pero en cualquier caso, sea cual sea su naturaleza existen evidencias a cerca de su existencia. Diversos estudios avalan que aproximadamente el 70% de la población lo ha experimentado en al menos una ocasión a lo largo de su vida. Por tanto, si se hiciera una encuesta a los habitantes del planeta tierra, en un altísimo porcentaje responderían afirmativamente a la sensación de haber visto o estado antes en algún lugar o de conocer a alguna persona.
Al fin y al cabo quién no ha experimentado alguna vez esa sensación de encontrarse en un lugar en el que nunca antes había estado y tener la seguridad de conocer ese sitio a la perfección, experimentando una extraña sensación de familiaridad… o el estar manteniendo una conversación con alguien y pensar “esto ya lo hemos hablado en otro momento” hasta tal punto de estar convencido de lo que diremos a continuación como si de repente lo recordásemos… Incluso esa sensación de haber estado rodeado por esas mismas caras en una época remota….
Los Déjà vu y su implicación de estado fronterizo entre realidades continúan siendo un enigma sin resolver, poniendo en entredicho que incluso la realidad objetiva también se equivoca.
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