Ante todo, las personas somos animales sociales y, por lo tanto, necesitamos de estas relaciones para mantener cierto grado de bienestar. ¿Qué pasa cuando sentimos que no nos desenvolvemos bien en los ámbitos sociales? Es posible que estén fallando algunas de nuestras habilidades o que nuestros propios pensamientos nos estén boicoteando de alguna manera. A continuación vamos a desarrollar algunos aspectos importantes a tener en cuenta en estas situaciones.
En algunas ocasiones se tiende a pensar que porque “soy tímido” o “soy así” simplemente no se vale para estas cosas y no se puede hacer nada por mejorarlo. Esto no es real. Estos aspectos no se consideran parte esencial de la persona, sino el resultado de ciertas experiencias negativas que se van sumando hasta dar lugar a este problema: “no sé desenvolverme del todo bien en un entorno social”.
Los pensamientos: ¿influyen?
Exacto. Los pensamientos negativos pueden influir en nuestra manera de relacionarnos con otras personas. Estos pensamientos pueden tener mucha fuerza para nosotros, y por ello es importante saber identificarlos, ser conscientes de que en muchas ocasiones son automáticos y que podemos darles la vuelta de manera que se conviertan en más realistas y menos negativos. Cambiar el lenguaje que utilizamos puede ser muy útil; no es lo mismo pensar “tengo que parecer fuerte” o “debo aparentar seguridad” que “voy a pasarlo bien” o “voy a ser yo mismo/a”. Cambiando la forma en que pensamos también nos ayudará a quitarnos presión y a sentirnos más cómodos.
Además de la forma, el contenido de nuestros pensamientos nos puede también afectar. En ocasiones podemos pensar que “si me ven nervioso/a van a pensar que no valgo” y tomarlo como algo real, cuando el hecho de estar nervioso no va ligado necesariamente a la inutilidad. Cambiar estos estilos cognitivos puede ayudarnos a disfrutar en mayor medida de nuestras relaciones sociales.
La manera en la que nos comunicamos importa
Los factores que influyen en una interacción con otra persona no solo van a ser pensamientos, por supuesto afecta también la forma en la que nos comunicamos. Seguramente hayas oído hablar de la asertividad, esa habilidad para responder de una manera correcta de forma que nos sintamos valorados y respetados, defendiendo nuestras opiniones de un modo firme pero siempre respetándonos a nosotros mismos y a los demás. Esta habilidad es fundamental, y como habilidad se puede entrenar o desarrollar.
Dentro de la asertividad podemos encontrarnos con tres tipos de comunicación:
- No asertivo/pasivo (la tortuga): las personas que se comunican de esta manera suelen respetar a los demás pero no a sí mismos. Suelen utilizar un volumen de voz bajo, tartamudeo, silencios, ausencia de contacto ocular con la otra persona, postura tensa, manos nerviosas… Normalmente se sienten inseguros para saber qué hacer o decir y tienen la constante sensación de no ser comprendidos e, incluso, manipulados. Como consecuencia, la autoestima baja y los demás pueden llegar a faltarle el respeto.
- Agresivo (dragón/tiburón): estas personas, al contrario que la tortuga, defienden en exceso sus propios intereses sin tener en cuenta a los demás. Suelen mostrar un volumen de voz elevado, habla precipitada y tajante, interrupciones e incluso insultos. Mantienen un contacto ocular retador y su postura invade a la otra persona.Las consecuencias de este tipo de comunicación son similares al anterior; aparecen sentimientos de soledad, culpa, frustración y un enfado constante.
- Asertivo (zorro): por último nos encontraríamos con el asertivo, que sería aquel que defiende sus derechos e intereses pero respetando a los demás. Presentan seguridad, contacto ocular directo sin desafiar al otro, postura corporal relajada… También tienen la capacidad de reconocer sus propios errores.
¿Qué consecuencias trae? Una buena autoestima y sensación de control emocional.
Seguramente os hayáis sentido identificados con alguno de estos tipos, pero la realidad es que en función de las situaciones podemos movernos de un estilo a otro; lo ideal es acercarnos al zorro lo máximo posible para mantener nuestras relaciones sociales y, a su vez, disfrutarlas.
¿Y qué trucos podríamos utilizar para ser más asertivos?
Existe un gran número de técnicas de comunicación asertiva y, a continuación, vamos a ver cómo podríamos responder ante diferentes situaciones:
Es común encontrarte en algún momento de la vida a esa persona tan insistente que solo se nos acerca para pedirnos algo. Pues bien, en estas ocasiones nada mejor que responder como un disco rayado: Sí, habéis leído bien; exponer nuestra negativa a la petición que nos están haciendo de forma repetida ayuda a que estas personas dejen de insistirnos. Con un ejemplo se puede entender mejor:
- “Paco, déjame el coche esta tarde anda”
- “No, no te voy a dejar el coche”
- “Venga Paco, no seas así, si va a ser solo un día”
- “No, no te voy a dejar el coche”
Quizá parezca algo inadecuado, pero resulta bastante eficaz en estas situaciones.
También es importante saber cómo manejar ciertas críticas o situaciones algo más incómodas. Una de las formas para afrontarlas sería reconocer a la otra persona que sus críticas son ciertas en parte, sin darle toda la razón (¡y únicamente si sabemos que es así!). Por ejemplo:
(Por un momento te distraes en una conversación y la otra persona lo nota)
- “¡Es que nunca me escuchas!”
- “Es cierto que en este momento no te estaba escuchando, disculpa”
En esta ocasión admitimos que no estamos escuchando, pero no damos la razón en que NUNCA escuchamos. Aunque, muy parecida a esta situación, podría darse alguna en la que la crítica en su totalidad sea cierta. En esos casos, ¿por qué luchar contra algo que sabemos que es verdadero? Es mejor aceptar nuestro error; además de esta manera la otra persona lo agradecerá y la conversación será mucho más sencilla.
La manera en la que nos comunicamos es muy importante, pero también lo es que lo hagamos con empatía. Pueden darse situaciones en las que la persona con la que estamos hablando haya tenido un mal día, o por sus gestos notemos que lo que le estamos diciendo no le sienta bien. Por lo tanto, procuremos ser empáticos, tratando de ponernos en su lugar, a la hora de comunicarnos; de esta manera será más sencillo.
Existe mucho más…
Existe mucha más información relacionada con este aspecto, a la que podemos recurrir si es de nuestro interés.
Si esta información ha resultado de tu interés y quieres ponerla en práctica, y así seguir informándote para poder cuidar más de tus relaciones sociales, ya tienes mucho ganado. Como ya explicábamos anteriormente: si ponemos de nuestra parte todos podemos mejorar.
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