Estás en clase y un compañero te pide un rotulador. A continuación ves cómo minuciosamente, comienza a hacer un dibujo. Le miras, y sin saber por qué, un hormigueo placentero te invade la cabeza y parte de la espalda el tiempo que dura la actividad. No le das importancia y se te olvida… hasta que vuelve la sensación en otras ocasiones.
Si te has sentido identificado con el ejemplo, enhorabuena. Eres uno de los pocos afortunados que logran o sienten el ASMR, aunque aún podrías serlo, ya que este se da en diversas situaciones.
ASMR es como se conoce internacionalmente, siendo RSMA su denominación en castellano (Respuesta Sensorial Meridiana Autónoma). Se ha acordado su definición como un fenómeno biológico caracterizado por una enorme sensación placentera, extremadamente relajante, experimentada como un hormigueo a través del cuero cabelludo y/o regiones periféricas del cuerpo en respuesta a estímulos visuales, auditivos o cognitivos.
Hasta ahora, se trataba de un fenómeno al que los investigadores no daban importancia y que sólo estaba presente en el ámbito privado; simplemente cuando aparecía, se disfrutaba de él. Sin embargo, ahora ha podido salir a la luz gracias a la amplia diversidad a la hora de comunicarse por internet y la libertad de expresión de todo tipo. Actualmente están de moda los blog, videoblogs, grupos de Facebook, etc. Fue en uno de estos grupos en 2010 donde varios usuarios comenzaron a debatir y comentar experiencias relativas a esta extraña sensación, usándose por primera vez en la historia el término ASMR.
Aunque tenga un nombre muy técnico, no existen en la actualidad estudios científicos que aborden este fenómeno. Sin embargo, empieza a haber curiosidad por las bases neurológicas que lo producen. Es cierto que hay escepticismo en cuanto a su existencia, como también lo hubo en su día con la sinestesia —experimentar sensaciones en un sentido a partir de estímulos que son recogidos por otra modalidad sensorial, como que un color tenga sabor— hasta que en los 90 se encontraron métodos para medir de forma precisa sus efectos.
Además, el hecho de que no puedan experimentarlo todas las personas, desconocer qué variables influyen a este respecto así como la dificultad de su evaluación al tratarse de un fenómeno subjetivo, pueden llevar a pensar a los escépticos que el ASMR es un mito. No obstante, se apunta a que el primer paso en su investigación sería el realizar resonancias magnéticas y estimulación magnética transcraneal al sujeto mientras estén experimentándolo. Con ello, podríamos llegar a saber cuáles son específicamente las áreas cerebrales que se estimulan; además, posiblemente también se produzcan cambios bioquímicos a nivel cerebral, aunque a día de hoy tan solo son hipótesis.
Hay un consenso en una serie de situaciones más o menos generalizadas que disparen el ASMR, entre ellas se encuentran las siguientes:
Observar a una persona pintar o dibujar.
Ver a alguien realizar una tarea atenta y minuciosamente —ejemplo: resolver un puzle, rellenar un formulario, inspeccionar minuciosamente un objeto de cerca, etc.
Atención cercana y personalizada por parte de otra persona —ejemplo: profesor explicando la materia a un alumno de forma individual.
Corte de pelo y sonidos casuales de objetos diversos —tijeras al cortar el pelo, un papel arrugándose, pasar las hojas de un libro, sacar punta a un lápiz y también su sonido al rozar el papel, una escoba al limpiar el suelo, el susurro de una persona, etc.
Hay personas que cuando leen sobre ASMR creen conocer y haber experimentado el fenómeno, haciendo muchas veces alusión a la situación de ponerse los pelos de punta o piel de gallina, que suele pasar por ejemplo cuando nos acarician el cabello. Sin embargo esto no es ASMR, aquí conocemos que en la cabeza tenemos infinidades de terminaciones nerviosas las cuales, al ser estimuladas, nos provocan esa sensación de relajación y placer.
Aprovechando el tirón de este descubrimiento, se están empezando a aplicar las nuevas tecnologías de cara a elicitarlo; de hecho, en el último año se han disparado los canales de YouTube en los que los usuarios realizan vídeos dirigidos a las personas que pueden tenerlo, creándose toda una nueva comunidad cibernética en torno a este. Además, se pueden leer relatos en los que la gente dice estar cada vez más enganchada a este tipo de canales, poniéndose los videos para poder experimentar en cualquier lugar y momento el ASMR, lo que hace pensar si podría llegar a generarse una adicción a esta sustancia, en la que exista dependencia e incluso quien sabe si tolerancia, necesitando cada vez mayor tiempo de exposición o de mayor intensidad.
Para futuras investigaciones sobre el fenómeno, sería interesante comprobar si se trata de algo innato o por el contrario puede ser aprendido. Esto último sería realmente importante de cara a su posible aplicación clínica, debido al enorme potencial relajante que tiene. De forma que si una persona es capaz de ser entrenada en ASMR podría contar con esta nueva habilidad terapéutica como técnica de relajación; aunque en principio, dada la escasez de personas que refieren experimentarlo, todo apunta a que se trata de un proceso innato.
No hay comentarios.