Voy a hablaros de una temática que me parece muy interesante abordar ya que muchas veces pasa desapercibida; ya sea por falta de empatía, de conocimiento e incluso por temor a sacar el tema con la persona que lo está sufriendo. Os hablo de las consecuencias psicológicas para la mujer derivadas de haber sufrido un aborto espontáneo e involuntario.
Pero ¿qué es un aborto espontáneo? ¿Cuál es su incidencia?
La Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO) define como aborto espontáneo precoz cuando se da antes de las 12 semanas de gestación, y se estima que son entre el 15 y el 25% de los embarazos (López, 2011). Las mujeres que ya han pasado por un aborto espontáneo tienen más posibilidades de volver a abortar, y la edad materna es el principal factor de riesgo de aborto espontáneo: 11.1% entre 20-24 años, 11.9% de 25-29 años, 15% de 30-34 años, 24.6% de 35-39 años, 51% de 40-44 años y del 93.4% a partir de los 44 años (Moscarello, 1989).
Se habla de aborto espontáneo cuando la causa es natural, y no es ni voluntario ni provocado. Las causas son diversas: desde alteraciones cromosómicas del feto hasta por enfermedades de la gestante de tipo endocrinas, inmunológicas, infecciosas y malformaciones del aparato genital o disfunción placentaria (Aleman et al., 2006 citado en Bouquet de Durán, 2012).
Visto la incidencia, muchas mujeres en la dulce espera se enfrentan a la dura realidad de un aborto de este tipo. La muerte en la etapa gestacional puede llegar a tener graves consecuencias psicológicas y sociales para la mujer que sufre la pérdida.
¿Qué consecuencias psicológicas pueden darse tras un aborto espontáneo?
“Tras una mala noche, con unos dolores abdominales terribles. Yo llegaba a consulta con mil dudas, temblando, con ganas de hablar, de desahogarme, pero no hubo más allá de un “Hola y túmbese ahí», ni un comentario que mostrara algo de empatía.
Tras la ecografía, las únicas palabras de la Ginecóloga fueron «Nada, no hay nada, lo has perdido”. Y, tras un largo silencio por mi parte, la Ginecóloga, me dijo… «No te preocupes, los abortos espontáneos son muy comunes. Ahora, a descansar, y cuando estés preparada de nuevo, a volver a intentarlo».
Así, sin más. En serio ¿no me va a decir nada más?”
El embarazo puede desencadenar emociones y sensaciones corporales muy intensas, dando lugar a respuestas psicológicas diversas, así como reactivar memorias traumáticas previas (cesárea, exploraciones ginecológicas).
Dentro de los problemas psicológicos, principalmente se hace referencia a reacciones depresivas, trastornos de ansiedad (trastorno por estrés agudo, trastorno por estrés postraumático), trastornos del comportamiento, trastorno adaptativo, trastornos de conducta alimentaria, sintomatología de duelo e incluso ideación suicida y suicidio.
Respecto a la temática del suicidio encontramos evidencias significativas: según Gissler et al., (1996) el nacimiento del niño protege a la madre de las ideas suicidas, así como de llevarlo a cabo, con una bajada en la tasa anual en mujeres en edad reproductiva de 11,3 por 100 000 a 5,9 por 100 000 en asociación con el nacimiento.
Igualmente, en un estudio realizado en Finlandia, Gissler et al., (1996) encontraron que los intentos suicidas son el síntoma más frecuente en esta población. Encontraron que la tasa de suicidio de la población finlandesa es de 11 personas por cada 100000 habitantes, siendo las mujeres que han tenido abortos inducidos uno de los grupos con mayor tasa —el 34.7% de estas mujeres realizan algún intento suicida— en comparación con el 18.1% de mujeres que sufrieron un aborto espontáneo y el 5.8 % de mujeres embarazadas.
La evidencia emergente ha sugerido que el aborto espontáneo podría estar asociado con consecuencias psicológicas significativas y posiblemente duraderas; se comenta que hasta el 50% de las mujeres que abortan sufren algún tipo de morbilidad psicológica en los meses posteriores a la pérdida (Lok et al., 2007).
Tras una pérdida gestacional y perinatal, aparece un periodo de duelo. Estos procesos acostumbran a ser difíciles; sin embargo, el duelo que resulta de las pérdidas perinatales es bastante complejo y único.
La práctica habitual ante un duelo gestacional y perinatal de los familiares y amigos, y según se ha visto en diferentes estudios, es el de evitar hablar del tema por temor a causar más daño, e incluso hay una minimización de la pérdida por parte de los otros.
Doka (2002) lo categoriza como un duelo desautorizado, ya que se trata de una pérdida que no puede ser abiertamente reconocida, expresada en público o apoyada por la red social, y que los padres suelen pasar en soledad.
Se pueden destacar nueve elementos que se dan en el duelo perinatal: dificultad de concentración, culpabilidad, rabia, confusión temporal, agotamiento, falta de energía, negación de la realidad, depresión y sueños continuos y repetitivos con el bebé perdido (Peppers y Knapp, 1980, citado en López Garcia (2011))
Siguiendo con el mismo estudio se descubrió que alrededor del 40% de las mujeres que tenían un aborto espontáneo desarrollaban síntomas de dolor patológico, un 10-50% padecían sintomatología relacionada con trastorno depresivo mayor, una ansiedad elevada, persistiendo dichos síntomas de 6 meses a 1 año después del aborto (Lok et al., 2007).
¿Se está haciendo todo lo que se tendría que hacer desde el punto de vista de asistencia psicológica?
Cada vez son más los profesionales que dan importancia al aspecto emocional en las pérdidas gestacionales tempranas, pero aún queda muchísimo por hacer, tanto en el ámbito público como en lo privado.
¿Qué conclusiones podemos sacar de todo lo descrito anteriormente?
No demos nada por sabido, y no dejemos pasar que el apoyo en esos momentos es esencial para una buena salud mental, y para retomar de nuevo el equilibrio.
Bibliografía
- Bouquet de Durán, Romina Izzedin. (2012). Aborto espontáneo. Liberabit, 18(1), 53-58.
- Doka, K. (Ed.). (2002). Disenfranchised grief. New directions, challenges and strategies for practice. Champaing, Estados Unidos: Research Press.
- Gissler, M., Hemminki, E., Lonnqvist, J.
“Suicides after pregnancy in Finland, 1987–94: register linkage study”. BMJ 313, 1996, 1431–1434. - Lok IH, Neugebauer R. Psychological morbidity following miscarriage. Best Pract Res Clin Obstet Gynaecol. 2007 Apr;21(2):229-47.
- López García de Madinabeitia, Ana Pía. (2011). Duelo perinatal: un secreto dentro de un misterio. Revista de la Asociación Española de Neuropsiquiatría, 31(1), 53-70.
- Moscarello R. Perinatal bereavement support service: three-year review. J
Palliat Care 1989; 5:12-8
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